Houston, Texas / Redacción:
Una ciudadana acudió a un hospital de junto con su esposo de 61 años, completamente borracho: el hombre tenía una tasa de alcohol altísima y tuvo que ser tratado por intoxicación.
El señor dijo que no había ingerido nada, pero los especialistas pensaron que negó sus problemas con la bebida, por lo que decidieron encerrarlo en una habitación durante 24 horas; le dieron comida balanceada y mantuvieron controlado el alcohol cada 2 horas, pero aun así el nivel seguía muy alto.
El hecho desconcertó a los especialistas: tras los análisis le detectaron que el exceso de levadura producía cerveza en su intestino; padecía Saccharomyces cerevisiae, conocido como el síndrome de autocervecería, según informó el International Journal of Clinical Medicine.
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Posteriormente, el caso de Matthew Hogg, quien sufría trastornos digestivos, resacas alcohólicas repentinas y dolores musculares frecuentes, se volvió conocido: se emborrachaba con pan y fideos como una persona promedio lo hace con litros de alcohol.
Su organismo producía etanol, alcohol puro, a partir de carbohidratos que lo dejaban ebrio y con terribles resacas; tuvo que ahorrar 80 mil dólares en pruebas médicas para tener un diagnóstico certero.
“Soñaba con ser un atleta y fui un estudiante sobresaliente, pero me encontraba incapaz de concentrarme durante los exámenes y estaba agotado, después de hacer pequeños trotes”, contó.